Sunyer i Tort, según se recoge en la literatura especializada, han sido los primeros en probar la existencia de estos genes, concretamente en truchas y doradas. Desde 1997, llevan publicando en las revistas científicas pruebas de que efectivamente existen al menos entre cinco y diez formas de C3 que se unen a patógenos de forma específica. Sus últimos trabajos, publicados en el número de noviembre pasado en la revista Immunulogical Today, y en la de diciembre de Immunulogical Reviews, postulan que esta diversidad en el sistema del complemento podría ser algo así como un mecanismo para generar un amplio abanico de respuestas del sistema inmunitario.
"Sin el sistema de complemento los anticuerpos probablemente no servirían de nada", apunta Sunyer, actualmente investigador en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Pensylvania (EEUU). "El sistema de complemento, a través de la variabilidad de la proteína C3, confiere un sistema óptimo de defensa probablemente vinculado a las características del ambiente", asiente Tort, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Ambos recuerdan que este sistema es el que dota al organismo de parte de sus defensas innatas, por lo que el hallazgo, como sugieren otras investigaciones publicadas durante este año pasado en Science y en Nature, podría contribuir a demostrar que éste es el "nexo de unión" entre la respuesta innata y la adaptativa, aquella que va generándose por la presencia de nuevos patógenos.
Sunyer y Tort no dudan de que el hallazgo va a llevar a un nuevo escenario. "El centro se ha desplazado", dice Tort, "y ahora hay que volver a encajar las piezas". En efecto, la diversidad de la respuesta inmunológica se consideraba hasta ahora que venía condicionada por la existencia de múltiples anticuerpos. Cuantas más formas, mayores son las posibilidades de hacer frente a un amplio número de patógenos. Pero este fenómeno ahora ha dejado de ser realmente universal.
Nadie pensaba que el sistema de complemento fuera el encargado de dar este tipo de respuesta en peces. Queda por ver si ocurre lo mismo en otros grupos animales como anfibios, reptiles y aves. Para ambos investigadores parece claro que los peces han creado una estrategia para diversificar su respuesta innata, que ha consistido en duplicar los genes que codifican para la proteína C3 varias veces a lo largo de la evolución, lo cual les permite ofrecer una respuesta rápida a las infecciones en un medio hostil, cambiante y que facilita la difusión de patógenos.
En mamíferos, apuntan, se habría simplificado el mecanismo de respuesta innata para favorecer la existencia de anticuerpos que van generándose a medida que son necesarios y que se manifiestan sobre todo a través de inmunoglobulinas. La adaptación al medio, así como una mayor complejidad del organismo, podrían ser las claves de este proceso evolutivo. Pero eso sólo se produce, añade, cuando el antigén se ha unido a la proteína del complemento. Por tanto, deduce, la respuesta del sistema inmunitario vendría dada por la información que recaba del sistema de complemento y quedaría probada la relación entre respuesta innata y adquirida.
Rosangela Zambrano
CI: 19.360.644
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